País vinícola marcado por grandes contrastes. De norte a sur, continental o en islas, con altitud o en planicie, suelo de granito, pizarra, calcáreo o basalto. Los vinos portugueses cuentan con una tradición muy antiguo que viene de los tiempos de los fenicios y romanos.
En muchos casos la insistencia del factor humano es lo que hecho posible la domesticación de las vides.
La topografía del país juega un papel importante. Las zonas litorales presentan mineralidad y frescura gracias a los vientos salinos, las zonas continentales, gracias a su altitud también marcan frescura y acidez en sus vinos. El dominio del arte de mezclar, siempre en la búsqueda del equilibrio perfecto. Los diferentes terroirs y las más de 250 cepas autóctonas, hacen de Portugal un país único, con un patrimonio cultural vínico envidiable.
A pesar de ser un país pequeño, pocos consiguen la diversidad de variedades que tiene Portugal. El país ha luchado contra la estandarización de sus viñas y aunque se han instalado muchas cepas extranjeras, se ha logrado proteger la riqueza de su cultura vínica sin tener miedo a experimentar.
Portugal presenta 31 D.O.C y 14 IGP. Tiene 4 D.O.C para vinos generosos y 1 para aguardiente.